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La comunicación humana siempre ha sido objeto de constantes estudios e innumerables investigaciones. En este contexto, la escritura con todas sus variantes ha sido fundamental en el desarrollo de la humanidad.
El acto de escribir que realizamos día a día, está en constante evolución. Es un acto automatizado que implica un pensamiento consciente e inconsciente, en el sentido que su contenido se reflejará en la escritura de una manera simbólica. Desde los esbozos gráficos trazados en los primeros años de vida, ese acto liberador de la motricidad, sin una conciencia definida, se constituye desde ese momento, en un reflejo de nuestra identidad, desconocida para la mayoría de las personas.
He aquí la génesis sustantiva del acto escritural. En este ámbito del conocimiento como ciencia humana, la sicología de la escritura, la grafología como test proyectivo, contiene en sí diversas connotaciones que, en su conjunto, posibilita su utilidad en diversos campos del quehacer humano.
Su proyección visionaria en educación, en ámbitos tales como el proceso enseñanza-aprendizaje; en orientación, vocacional y laboral, posibilita también ser un aporte significativo y, muchas veces, decisivo para solucionar dificultades de los alumnos. También en el ámbito jurídico, logrando ser el complemento en el área judicial y forense. Además, es un aporte trascendente en la selección de personal, en la búsqueda de distintos cargos específicos dentro del ámbito laboral, todo lo cual revela su complementación con otras disciplinas, lo que también le permite orientar en relaciones humanas en toda su extensión. En definitiva, lograr ser un aporte al crecimiento personal, profesional y laboral.
En este contexto esbozado sucintamente, conocer e interiorizarse en esta ciencia es un desafío y una oportunidad que posibilita también el autoconocimiento, lo cual es una manera de buscar la superación personal constante y la apertura a distintas disciplinas, fundadas en las potencialidades de cada uno posee.
Acercarse a esta ciencia constituye una manera de conocerse a sí mismo, indagando en su ”yo” íntimo y en su “yo” social, todas esas potencialidades que poseemos, pero que, muchas veces, no sabemos o no somos capaces de darnos cuenta que están plasmadas en nuestra personalidad.
De igual modo, permite proyectarnos en lograr objetivos, en todo el amplio espectro de la diversidad humana, puesto que, al ser un producto y una resultante de nuestro cerebro, podremos modificar nuestro gesto gráfico en función de complementar positivamente niveles cognoscitivos, volitivos y afectivos.
Estos niveles están en concordancia directa con los diversos trazados y diagramas configurativos que componen, tanto los elementos esenciales como los accesorios de todo acto escritural.
Por tanto, el conocimiento de la escritura es una instancia distintiva que conlleva múltiples desafíos para quien desea indagar en su dinámica, en su historia y en su conocimiento. Es, en definitiva, una manera de ser un aporte a la evolución constante de la realidad íntima e intransferible del hombre.

Julio Germán Díaz
Profesor de Lenguaje y Comunicación PUCV
Profesor de Grafología y Documentología UST, USM