Este año, el tradicional “Día del Soldado Conscripto” tendrá un cambio importante. Por primera vez, la entrega simbólica de armas será reemplazada por la entrega de corvos, un gesto que representa de manera más profunda el inicio de la vida castrense para quienes realizan el Servicio Militar Obligatorio (SMO), pues marca el momento en que dejan atrás su vida civil para asumir, con decisión y orgullo, su rol como defensores del país.
Cabe destacar que el Día del “Soldado Conscripto” fue instaurado por el Estado de Chile en memoria de los 45 integrantes del Ejército que perdieron la vida en 2005 en los faldeos del Volcán Antuco, entre ellos 44 soldados conscriptos del entonces Regimiento Reforzado N°17 “Los Ángeles”, hoy convertido en Destacamento de Montaña. De allí proviene el profundo sentido de compromiso que reviste esta ceremonia.
La entrega del corvo —arma blanca portadora de historia— refuerza ese vínculo con la tradición militar y el compromiso con la patria. Su incorporación en este acto busca consolidar, desde el primer momento, el espíritu de pertenencia, disciplina y lealtad que distingue al soldado chileno.
Al igual que con la entrega del fusil, serán los propios familiares —padres, madres y seres queridos— quienes entregarán el corvo a sus hijos. Una señal cargada de emoción y simbolismo, que representa la responsabilidad que el soldado asume con su país, su historia y su misión. El corvo los acompañará durante toda su instrucción y conscripción, como testigo de su formación y de los desafíos que deberán enfrentar.
¿Qué motiva el cambio de fusil a corvo? Por un lado, su arraigo histórico. El uso del corvo se remonta al siglo XIX. Originalmente una herramienta de los pirquineros que comenzó a utilizarse en combate durante la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836–1839), y alcanzó protagonismo en la Guerra del Pacífico (1879–1884), especialmente en Tarapacá, Arica y Chorrillos. Su forma curvada y su efectividad en el combate cercano lo convirtieron en un elemento eficaz para soldado chileno. En 1963 fue incorporado oficialmente al Arma de Infantería, y en 1974 se desarrolló la técnica formal de esgrima de corvo, que permitió estandarizar su uso táctico y aumentar su eficacia. Actualmente, Fábricas y Maestranzas del Ejército (FAMAE) produce modelos como el “Atacameño” y el “Comando”, que mantienen su funcionalidad y valor simbólico.
Pero más allá de su relevancia documentada el corvo sigue teniendo un lugar destacado en el proceso formativo de los SLCs, quienes lo utilizan en la etapa de Formación de Combate (FOCO), posterior al periodo de ambientación.
“El corvo exige más que fuerza: requiere disciplina y dominio personal. No se trata solo de atacar, sino de saber cuándo hacerlo”, explica el Sargento 2° Fernando Márquez V., instructor de Combate Especial del Regimiento N°21 “Coquimbo”. A su juicio, este entrenamiento fortalece tanto las capacidades físicas como la actitud frente al combate.
En tanto que el Subteniente Martín Gallardo I., del Regimiento N°6 “Chacabuco”, coincide: “Potencia la reacción, la autodefensa y la concentración. Constituye una preparación para el combate, pero también para la vida.



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