En lo más profundo de los Andes, cuando el frío del solsticio de invierno cubre los valles y altiplanos del sur, una nación milenaria se prepara para uno de los eventos más trascendentales de su calendario: el Willka Kuti, el retorno del Sol. Esta fecha, que cada 21 de junio marca el inicio de un nuevo ciclo según la cosmovisión aymara, es mucho más que una celebración: es una ceremonia espiritual, una renovación colectiva y un mensaje ancestral al mundo moderno.
En lengua aymara, “Willka Kuti” significa “el regreso del Sol sagrado” (willka = sagrado/sol divino; kuti = retorno). Este evento coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio sur, el punto más alejado del Sol respecto a la Tierra, tras el cual el astro inicia su retorno y los días lentamente se alargan.
Para el pueblo aymara, este fenómeno celeste no es un simple hecho astronómico, sino una señal cósmica de renovación de la vida, el equilibrio y el vínculo entre la humanidad y el universo. Desde tiempos inmemoriales, esta fecha marca el renacer de las fuerzas naturales y espirituales que guían la existencia.
TIEMPO DE LOS ANDES
En 2025, el calendario aymara celebrará el año 5533, una cifra que simboliza los más de cinco milenios de existencia de las civilizaciones andinas, especialmente Tiwanaku, considerada cuna espiritual y cultural del pueblo aymara.
Este cómputo no es solo cronológico, sino una afirmación política y espiritual de continuidad: mientras el calendario gregoriano parte de la era cristiana, el calendario aymara reivindica la memoria larga y soberana de los pueblos originarios, que ya contemplaban los astros y ordenaban su sociedad mucho antes de la colonización europea.
COSMOVISIÓN AYMARA
El Willka Kuti es parte de un sistema profundo de entendimiento del universo: la cosmovisión aymara. Esta visión no divide lo sagrado de lo cotidiano, lo humano de lo natural, ni el tiempo del espacio. Todo está interrelacionado, en un ciclo de equilibrio y reciprocidad con la Pachamama (Madre Tierra) y el Tata Inti (Padre Sol).
Durante el Willka Kuti, las comunidades se reúnen en sitios ceremoniales, a menudo en cerros o ruinas sagradas, para recibir los primeros rayos del nuevo Sol con los brazos al cielo, acompañados de rituales, música, danzas y ofrendas. Estas ceremonias no son recreaciones folclóricas: son expresiones vivas de una espiritualidad profunda, que reconoce el carácter supremo de la naturaleza y del cosmos.
CEREMONIA Y COMUNIDAD
En la madrugada del 21 de junio se encienden fuegos ceremoniales, se preparan mesas rituales con alimentos, hojas de coca, lanas, semillas, dulces y elementos simbólicos, y se eleva un mensaje de agradecimiento y petición de armonía. Se trata de una comunión espiritual con los apus (espíritus tutelares de los cerros), las energías ancestrales y los ciclos agrícolas.
En algunos lugares, se realiza la wilancha, un sacrificio ceremonial de llamas, como ofrenda a la Pachamama, aunque hoy muchas comunidades han optado por representaciones simbólicas. Todo apunta a restablecer el equilibrio entre el ser humano, la Tierra y el cosmos.
UNA TRADICIÓN VIVA EN TODO EL ABYA YALA
El Willka Kuti es celebrado en Bolivia, Chile, Perú y Argentina, especialmente en comunidades aymaras rurales y urbanas. Lugares como Tiwanaku, el Cerro Unitas, el Cerro Esmeralda en Iquique, o sectores ancestrales de Alto Hospicio y Arica, se han transformado en puntos de encuentro espiritual.
Además, esta ceremonia ha adquirido relevancia continental: representa la revalorización de los pueblos indígenas, el derecho a la espiritualidad originaria y la resistencia cultural. En Bolivia, el Machaq Mara (otro nombre del Año Nuevo Aymara) fue declarado feriado nacional en 2009.
UN MENSAJE AL MUNDO MODERNO
En tiempos de crisis ambiental, pérdida de sentido comunitario y desconexión espiritual, el Willka Kuti emerge como un llamado al reencuentro con los ritmos naturales, el respeto a la Madre Tierra y la humildad ante lo supremo. No se trata de una “fiesta típica”, sino de una profunda lección ancestral: el tiempo es cíclico, la vida es un tejido interconectado y el verdadero desarrollo comienza por honrar lo que nos sostiene.
VOLVER A LA SABIDURÍA DEL SOL
El Willka Kuti nos recuerda que la espiritualidad no es abstracta, sino concreta y viva. Está en la relación con la tierra, en el cuidado de las semillas, en el fuego compartido y en el abrazo al primer rayo solar. Es una celebración del renacer colectivo, del supremo que habita en el universo y dentro de cada ser.
En este 5533, el pueblo aymara no solo renueva su ciclo: nos invita a todos a mirar el cielo con humildad y volver a caminar con el sol.
REFLEXIÓN DE LA ALIANZA MUNDIAL AYMARA
“Recibir el nuevo Sol no es solo mirar al cielo. Es abrir el corazón a lo que fue, lo que es y lo que vendrá. Como hijas e hijos del Ande, sabemos que cada rayo solar trae consigo la voz de nuestros abuelos, el perfume de la Pachamama y la memoria de lo sagrado. En el Willka Kuti, no celebramos un año que se va: abrazamos un ciclo que vuelve. No pedimos al Sol que nos alumbre, sino que nos despierte. Que nos recuerde quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde debemos caminar. Como Alianza Mundial Aymara, afirmamos que nuestra espiritualidad no es un pasado, sino un porvenir sembrado en sabiduría, respeto y unidad con todo lo viviente. Que el Tata Inti nos guíe con claridad. Que la Pachamama nos reciba con ternura. Que el Willka Kuti renueve el espíritu del mundo entero.”

Consejo Espiritual de
la Alianza Mundial Aymara